Durante el mes de octubre, la República de Azerbaiyán ocupará la presidencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En una nota de opinión publicada en “El Cronista”, el embajador de Azerbaiyán en Argentina, Mammad Ahmadzada, afirma que “Entre los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad está también Argentina, un país amigo de Azerbaiyán”. Al mismo tiempo, destaca que el estado que representa “hoy participa activamente en la promoción de diálogo mundial entre civilizaciones”. Desde el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica creemos necesario explicitar por qué es imposible pensar que Azerbaiyán esté cumpliendo ese rol.
Más allá de las declaraciones del embajador, deben considerarse los posicionamientos de las principales figuras políticas de ese estado. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores Elmar Abdullayev sostuvo que una de las prioridades de su país en la presidencia sería la búsqueda de soluciones al conflicto armenio-azerbaiyano. Sin embargo, apenas unos días antes, en respuesta a declaraciones del Ministro de Relaciones Exteriores armenio Edward Nalbandian, había dejado en evidencia cuál es su perspectiva frente a la relación entre Armenia y Azerbaiyán.
Abdullayev afirmó ante el mundo que “históricamente Iravan (por la capital de Armenia, Erevan) es una ciudad de Azerbaiyán. No se trata de una reivindicación territorial, es un hecho histórico. Basta con mirar en los archivos para demostrar que Iravan ha sido una ciudad histórica de Azerbaiyán.” El portavoz señaló que la idea de que incluso la capital armenia era un territorio histórico azerbaiyano la tomaba directamente de las palabras de su presidente, Ilham Aliyev.
La dinastía Aliyev se ha caracterizado por no escatimar difamaciones, tergiversaciones y omisiones deliberadas en sus intentos de construir una historia de Azerbaiyán que justificara internamente sus acciones. Ilham Aliyev, presidente desde 2003, quien se encamina hacia su tercer mandato consecutivo en las elecciones del próximo 9 de octubre, ha compartido en más de una oportunidad su visión de la historia según la cual Armenia es una invención de los armenios, que conforme a su accionar terrorista y a la fuerte ayuda internacional, en parte impulsada por una diáspora influyente, ha sabido posicionarse como una víctima cuando en realidad no es más que un agresor permanente de Azerbaiyán.
Para tomar conciencia de hasta qué punto esta lectura está presente en sus discursos, es pertinente retomar algunos pasajes de sus palabras en la inauguración del “Memorial por el genocidio de Guba”. Cabe aclarar que tanto la construcción del complejo como la obtención de documentación histórica que justificara caracterizar a ese episodio ocurrido en 1918 como “genocidio” estuvieron a cargo del “Centro Heydar Aliyev”.
En este discurso, Aliyev afirma que “el Estado armenio moderno se basa en la ideología del fascismo”, que atraviesa toda su historia. Esto se debe a que aquellos que intentaron fundar una república y resistir los avances del genocidio perpetrado por el Estado turco son considerados por el presidente genocidas. Esta visión de la historia parece novedosa porque “Naturalmente , como la historia ha sido falsificada en la época soviética , esta verdad se oculta”. Y se alegra de que “ en los últimos años, por iniciativa mía, nuestros científicos crearon obras absolutamente comprometidas sobre el Khanato de Iravan, nuestras tierras históricas”.
Esta lectura aberrante de la historia se convierte en una realidad gracias a los estudios de sus científicos. Ahora bien, el genocidio cometido contra los armenios por el Estado turco es considerado por Aliyev como “una mitología infundada”. Esto se debe a que “el lobby armenio mundial y algunos políticos corruptos bajo su control son totalmente culpables de distorsionar la historia”. También se pronunció contra los “políticos hipócritas”, incluso contra el Parlamento Europeo, por la resolución adoptada frente a la extradición del asesino Ramil Safarov, condenado a cadena perpetua en Hungría por haber decapitado con un hacha al militar armenio Gurgen Markarian mientras dormía, durante un curso de la OTAN en Budapest.
Asimismo, profundizando su retórica belicista, recordó que “Sólo los medios con los que contamos para fines militares , son entre 30 y 50 % mayores que el presupuesto general del Estado de Armenia”. Y concluyó afirmando que : “La integridad territorial de Azerbaiyán debe ser restaurada en su totalidad, (…) en el futuro azerbaiyanos debe vivir en la totalidad de sus tierras históricas. Nuestras tierras históricas son el Khanato de Iravan, Goycha y Zangezur . Un día también vamos a vivir allí. Creo en ello y estoy seguro de ello”.
Las pretensiones territoriales se basan en estudios históricos realizados a iniciativa de Aliyev, con el auspicio económico de su fundación. Estos mismos científicos, como los denomina el presidente, son quienes determinaron la existencia de un genocidio y el carácter inapelablemente azerbaiyano de todos los territorios armenios. El estado, a través de su poderío militar, se limitaría a recuperar lo propio por la fuerza en caso de que la comunidad internacional hiciera caso omiso a sus reclamos.
Desde el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, creemos necesario advertir que las declaraciones belicistas y anti-armenias de Aliyev, que se ven acompañadas en su presupuesto militar, no deben ser minimizadas por su carácter doméstico. El gobierno de Azerbaiyán no solamente sostiene este discurso hacia sus ciudadanos, en búsqueda de un rédito político, sino que proclama ante el mundo sus intenciones de ocupar el conjunto de los territorios de la República de Armenia y de la República de Nagorno-Karabagh. Un gobierno que utiliza sus recursos para construir una historia y un poderoso arsenal, a la vez que agita el odio en su población, no puede ser considerado un garante de la paz, sino un peligro para la región en su conjunto.