Con la participación del juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Eugenio Raúl Zaffaroni, el juez federal Carlos Rozanski, el filósofo José Pablo Feinmann, el dirigente cooperativista Edgardo Form y el periodista Ariel Crespo se realizó el miércoles 5 de agosto la conferencia «Memoria, verdad, justicia y reparación» en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.
La charla, auspiciada por el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, contó con la coordinación del periodista Alejandro Apo.
«La criminología no se ocupó del delito de genocidio. De eso se ocuparon los historiadores, sociólogos, antropólogos, filósofos… los criminólogos nunca. Por una razón terrible: en el genocidio se superpone el poder punitivo del Estado con el crimen», comenzó su disertación Eugenio Zaffaroni. «El genocida comete un ilícito tan grande, que él solo se coloca fuera del derecho, de forma tal que si alguien lo ejecuta, el derecho no tiene fuerza ética para condenar al ejecutor. Hay que condenar al genocida porque es la única forma de restituirlo al derecho».
«La técnica de destrucción del siglo XXI es muy superior a la de la primera mitad del siglo XX. Esa tecnología ni siquiera está hoy en manos de naciones o intereses de naciones, sino en manos de corporaciones», señaló el jurista. «En nuestra región hay un genocidio por goteo. América Latina está sufriendo un índice de violencia y de homicidios altísimo, salvo en Uruguay, Argentina y Chile. El resto, está sufriendo un virtual genocidio por goteo. De los 23 países de Naciones Unidas que tienen un índice de homicidios que supera el 20 por 100.000, 18 están en América Latina y el Caribe».
«Detrás de esto hay un proyecto de sociedad excluyente», agregó. «Hay un proyecto de que hay que contener a una mayoría excluída porque no vamos a tener un modelo de inclusión social. ¿Cómo contenerla? Que se maten entre ellos es una forma de contenerla bastante perversa. Como en estos tres países nuestros excluídos no tienen ese entusiasmo en matarse, entonces hay que crear un sistema altamente represivo. Esta función la cumplen los medios masivos de comunicación social monopolizados. Hay que crear a través de la comunicación social una realidad más violenta de la que existe para justificar un aparato absolutamente represivo».
«Los argentinos somos armenios», postuló el filósofo José Pablo Feinmann. «La condición del desaparecido», en relación a las víctimas de la última dictadura argentina, «es que la familia, los amigos no tienen el cuerpo, y no tener el cuerpo es esperarlo siempre».
«El pedido que los armenios hacen de reconocimiento es a su dolor y a la ausencia que padecen. Las teorías del empate y de los dos demonios son absurdas. No hablemos de cifras, las cifras ocultan la realidad de los cuerpos asesinados. La madre, el padre que espera todas las noches la vuelta de su hijo, de su hija, es una espera terrible que dura toda la vida. Así como el sobreviviente del genocidio sabe, en algún doloroso lugar, que el miedo más profundo que tiene es que el genocidio ocurra otra vez». «Cuando ocurrió el Genocidio Armenio, empezaba el nuestro», cerró Feinmann.
El juez federal Carlos Rozanski disertó sobre el negacionismo desde una perspectiva jurídica. Citando al escritor Súlim Granovsky, señaló que «es imposible hacer justicia sobre algo que no sucedió: ese es el sentido de la negación, pretende evitar que no se haga justicia y que no se pueda elaborar lo sucedido. La herida psicológica es de una profundidad muy alta».
«Hubo verdad, pero mucho tiempo después. La verdad la conocían los 1.500.000 muertos, y se la llevaron a esas fosas comunes, la sabían los sobrevivientes pero no pudieron elaborarla y transmitirla».
El periodista Alejandro Apo moderó la conferencia leyendo distintos poemas, uno de Vahan Tekeyan, escritor armenio nacido a fines del siglo XIX, uno de Alicia Ghiragossian, escritora cordobesa, otro de Alfonso Tabakian, director del Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, de Agustin Tavitian, poeta argentino, y una letra del reconocido cantante francés Charles Aznavour. La cantante Valeria Cherekian dio un breve show durante el encuentro.
El diputado de la Legislatura porteña y presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina, Edgardo Form, explicó que el nombre de la conferencia, «Memoria, verdad, justicia y reparación. A un siglo del Genocidio Armenio», forma parte «de la batalla cultural contemporánea». Luego, leyó una serie de fragmentos del libro «Recordar opinando» del escribano Gregorio Hairabedian.
El Dr. Ariel Crespo se refirió a la manipulación de los medios de comunicación en el caso del Genocidio Armenio. «El llamado periodismo independiente ocultó la desaparición sistemática de los armenios, la tortura y la muerte como cotidianeidad», recordó el Dr. Crespo. «La impunidad y el silencio dieron lugar a otros hechos terroríficos».
«Cuando desde el poder se niega la realidad del oprimido, se convierte su discurso en un discurso perverso. El silencio es una forma de comunicar y manipular psicopática y perversamente la realidad. Esta forma de comunicación dio lugar a los desastres que vinieron después: la Shoá, Camboya, Ruanda, Ucrania».