Hoy, 21 de septiembre, se celebran los 25 años de la independencia de Armenia, cuando el pueblo armenio se declaró a favor de la separación de la Unión Soviética a través de un referéndum en 1991.
El momento no era muy favorable: luego de que la población de Nagorno Karabaj, de mayoría armenia, declarara su independencia del gobierno de Azerbaiyán, este último respondió con masacres que culminaron en una guerra a gran escala entre Azerbaiyán, apoyado por Turquía, y Nagorno Karabaj, apoyado por Armenia.
«En el transcurso de los últimos 25 años se han registrado logros irrevocables«, reafirmó el presidente armenio, Serzh Sargsián, hoy, durante las celebraciones. «De hecho, valoramos nuestros logros porque pagamos un alto precio por ellos. Vamos a multiplicar esos logros con nuestro trabajo duro y defenderlos con la fuerza que hemos acumulado», agregó, en un discurso apuntado especialmente al ejército, «a los jóvenes que defienden las fronteras de Armenia» y a «los leones de abril que acabaron con los planes hostiles de nuestro adversario», en relación a la llamada «guerra de los cuatro días» del pasado mes de abril cuando el ejército de Azerbaiyán atacó poblaciones civiles de Nagorno Karabaj.
Al ser consultado por la agencia Prensa Armenia sobre el contexto histórico, el profesor de la Universidad de San Andrés, Khatchik DerGhougassian, reflexionó: «La proclamación de la República de Armenia como un estado independiente y soberano el 21 de septiembre de 1991 es el resultado de un proceso político-constitucional que empezó con la Declaración de la Independencia el 26 de agosto de 1990 por el entonces Soviet Supremo de la República Socialista Soviética de Armenia y terminó con el referéndum en septiembre de 1991 donde triunfó el ‘sí’ por la independencia».
Si bien para DerGhougassian «nunca faltaron amplios sectores tanto en Armenia Soviética y aún más en la diáspora a favor de la separación de la Unión Soviética», la decisión de iniciar el proceso constitucional es consecuencia de dos factores: «Primero, el ‘Niet’ (no) de Moscú a satisfacer la demanda pacífica y constitucional de los armenios de la entonces Región Autónoma de Nagorno Karabaj, quienes el 20 de febrero de 1988 pidieron separarse de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán y, de esta forma, corregir la injusticia histórica de Stalin; el Kremlin no solo rechazó cualquier modificación territorial sino también no supo, o no quiso, prevenir el pogrom de Sumgait el 26, 27 y 28 del mismo mes y en nombre de la «solidaridad entre los pueblos» lo minimizó como un mero acto de vandalismo; pese a las expectativas que había generado Gorbachov con su política de Glasnost y Perestroika para los armenios la política de Moscú de ignorar las cuestiones nacionales vitales para el pueblo armenio como el reconocimiento del Genocidio, Nagorno Karabaj entre otros, y sacrificarlas por razones de ‘alta política’ como el mantenimiento del status quo territorial y, sobre todo, las relaciones de buena vecindad con Turquía no parecía modificarse para nada».
El segundo factor que llevó al inicio del proceso de la proclamación de la independencia «era la convicción de una inevitable caída de la Unión Soviética. Dentro del movimiento popular que había empezado con el pedido de revisión del status de Nagorno Karabaj, el debate giraba en torno de la prioridad a la lucha de liberación nacional en Karabaj o la movilización por la independencia. Pero la Declaración de la Independencia de 1990 firmada por todas las fuerzas políticas representadas en el legislativo demuestra que el consenso de una eventual proclamación de la soberanía era general».
En esa línea, de acuerdo con el profesor, «cabe tomar en cuenta también que la lucha de liberación nacional y el derecho de autodeterminación en Karabaj y la movilización por la proclamación del estado independiente fueron procesos paralelos e íntimamente ligados«.
«Como quedó claro con la disolución de la URSS el 25 de diciembre de 1991, cuando el entonces presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin, rompió el acuerdo de la Unión, la proclamación de la independencia de Armenia se ubicaba claramente en el contexto más amplio de la decadencia de una experiencia histórica, aunque casi nadie había previsto una coyuntura de eventos que precipitaron su fin», remarcó DerGhougassian.
Fuente: Prensa Armenia