El 11 de enero se cumplen diez años de la promulgación de la Ley Nacional N° 26.199 que significó el reconocimiento por parte de la República Argentina del genocidio sufrido por el pueblo armenio que fue perpetrado por el Estado turco entre los años 1915 y 1923 y que dejó un saldo de más de 1.500.000 de víctimas. Esta ley no sólo significó el reconocimiento del genocidio armenio, tan ansiado por varias generaciones de armenios en Argentina y en el resto del mundo, sino que erige el día 24 de abril en todo el territorio nacional como “Día de acción por la tolerancia y el respeto de los pueblos” como símbolo de condena a las prácticas genocidas y la protección de los derechos de los pueblos.
Durante décadas amplios sectores de la dirigencia política de nuestro país, organizaciones sociales y de derechos humanos, referentes del ámbito académico, artistas, periodistas e instituciones de otras comunidades acompañaron a la comunidad armenia e hicieron propio el reclamo por el reconocimiento de este genocidio y contra el negacionismo del Estado turco. Con el advenimiento de la democracia en nuestro país a partir del año 1983, este acompañamiento se vería reflejado a través de sucesivas declaraciones y resoluciones parlamentarias a nivel nacional y provincial; el apoyo en el reconocimiento de instancias internacionales como en Naciones Unidas (1985); y con la fundamental declaración pública del presidente de la Nación, Raúl Ricardo Alfonsín ante la comunidad armenia de la Argentina en septiembre de 1987,quien marcara un hito en la postura argentina frente a la cuestión.
Sin embargo, ese camino por el reconocimiento tendría un retroceso en la década del noventa, cuando el entonces Presidente de la Nación vetara una ley que había sido sancionada por unanimidad en el parlamento. Dicha ley declaraba el 24 de Abril, fecha que se conmemora en todo el mundo el genocidio armenio, como “Día de Lucha y Repudio contra la Discriminación del Hombre por el Hombre” en homenaje a todos los seres humanos víctimas de la discriminación y la intolerancia.
La apertura de una nueva etapa en la lucha por los Derechos Humanos en la Argentina a partir de 2003, marcada por la derogación de las leyes de impunidad, la posibilidad de continuar con los juicios a los genocidas, y la incorporación en la agenda del Estado del discurso y reivindicaciones de los organismos de Derechos Humanos, dieron el marco propicio para que la comunidad armenia en nuestro país pudiese imaginar que sus viejos anhelos políticos de reconocimiento del genocidio podían concretarse.
Este gran logro en el camino del reconocimiento del Genocidio Armenio se pudo concretar gracias a este acompañamiento y a la voluntad política del entonces presidente de la Nación, Néstor Kirchner y distintas fuerzas políticas que impulsaron la iniciativa en la Honorable Cámara de Diputados (Rafael Bielsa, Frente para la Victoria-PJ; Hermes Binner, Partido Socialista; Carlos Raimundi, ARI; Federico Storani, UCR; y Federico Pinedo, PRO), entendiendo la relevancia de este pronunciamiento no sólo para la comunidad armenia de Argentina sino como un reclamo de gran parte de la sociedad argentina que luego de haber atravesado una experiencia genocida en el pasado rechaza cualquier repetición futura de este tipo de crímenes, sintetizado en la expresión bisagra en nuestra historia “Nunca más”.
Sin lugar a dudas la promulgación de la Ley Nacional 26.199, fue un hecho fundamental que permitió que la amplia mayoría de las provincias de nuestro país se pronunciara adhiriendo a esta Ley e incorporara en el calendario y en la currícula escolar esta fecha, profundizando la federalización de la Causa Armenia. También fue trascendente en el ámbito jurídico, siendo uno de los fundamentos en la sentencia del Juicio por la Verdad del Genocidio Armenio iniciado por Gregorio Hairabedian y copatrocinado por las instituciones comunitarias. Y en materia educativa, fue el marco en el cual Ministerio de Educación de la Nación, a través de su programa Educación y Memoria, una de política orientada al abordaje de la Memoria en la escuela, lo incluyera entre sus ejes de trabajo, y confeccionara en conjunto con el Equipo de Educación del CNA un material para trabajar el Genocidio Armenio en escuelas, sentando un precedente a nivel mundial.
La experiencia de la lucha por el reconocimiento en Argentina del genocidio contra el pueblo armenio demuestra que las relaciones cordiales de la dirigencia política con la comunidad local nunca fue suficiente para cumplir esta clase de objetivos. No alcanza con que los responsables institucionales de la conducción de una Nación participen de actos recordatorios o inauguren monumentos. Las últimas décadas nos han enseñado que es necesaria una política que pondere la memoria de los pueblos, que condene las prácticas genocidas y exija justicia y reparación por los crímenes cometidos sin someterse a las exigencias de grupos de presión refractarios al reconocimiento de la atrocidad del genocidio. Actualmente, cuando al lobby de Turquía se le ha anexado el de Azerbaiyán, es fundamental que Argentina ratifique permanentemente que el negacionismo no tiene lugar en nuestro país, por más ofertas o amenazas que distribuyan a nivel nacional y provincial. Quien busque relaciones equilibradas con ambas posiciones, debe saber que está cargando en sus platillos víctimas y victimarios, lo que resulta inaceptable.
El 2017 será un año de diversas conmemoraciones sobre este aniversario, siempre con la perspectiva del compromiso con la historia y con el futuro. Hoy, cuando intentan resurgir algunas voces que buscan forzar las palabras, tergiversar los hechos, banalizar la memoria , cuestionar la cantidad de víctimas de crímenes de genocidio como el que se sufrió nuestro país durante la última dictadura cívico militar, no debemos olvidar que el reto que tenemos por delante es continuar firmes en la transmisión de los acontecimientos del horror que sufrieron nuestros pueblos y no permitir retrocesos en las conquistas obtenidas en materia de derechos humanos que han posicionado a la República Argentina como referente de lucha por la Verdad, la Memoria y la Justicia.
Buenos Aires, 11/1/2017