El Consejo Nacional Armenio de Sudamérica manifiesta su preocupación por el vertiginoso acercamiento de las relaciones entre la República Argentina y la República de Azerbaiyán y considera necesario alertar sobre el verdadero objetivo del país caucásico en generar un lobby en la Argentina a fin de torcer su histórica posición de resolución pacífica del conflicto de Nagorno Karabagh mediante el exclusivo proceso del Grupo de Minsk.
El 26 de julio próximo el ministro de Asuntos Exteriores de la República de Azerbaiyán Elmar Mammedyarov efectuará una visita oficial a la República Argentina como parte del proceso de estrechamiento de relaciones entre los países y luego de que el Secretario de Comercio Exterior, Guillermo Moreno y el Canciller argentino, Héctor Timerman, viajaran a dicho país a principio del corriente mes. Azerbaiyán se presenta como el paradigma de joven república pos soviética de fuertes convicciones pacificas y democráticas y de gran crecimiento económico acompañado de una rápida modernización. Sin embargo, es necesario aclarar que la realidad de los hechos nos hace dudar del discurso de la diplomacia azerí.
Por un lado, en el plano interno, Azerbaiyán está gobernada por la ya conocida “Dinastía Aliev”, la cual detenta el poder hace casi cuarenta años. Este régimen se perpetúa gracias a la supresión de dos principios constitucionales básicos de toda república democrática: el disenso político y la libertad de expresión.
Diversas ONG`s, entre ellas Amnistía Internacional y Human Rights Watch y distintos organismos supraestatales como el Parlamento Europeo, han denunciado sistemáticamente las violentas formas de dispersar manifestaciones pacificas y los encarcelamientos de sus manifestantes, acompañados por torturas y maltratos; el enjuiciamiento de cyberactivistas por causas fraudulentas; el incesante ataque y censura a los medios de comunicación y periodistas; y leyes aprobadas por el Parlamento que permitirán el cierre de medios de comunicación por causas tan vagas como “abusar de la libertad de discurso y de los derechos del periodista” o distribuir información que supusiese una amenaza para la “integridad del Estado” o alterase el orden público.
A su vez, al miedo cotidiano de la población se le suma el factor específicamente económico. El gran crecimiento del país, originado principalmente en la extracción de recursos hidrocarburíferos del Mar Caspio, no tiene su correlato en materia de desarrollo. La poca transparencia del gobierno azerí hace que la gigantesca inyección de petrodólares esté destinada exclusivamente a la compra de armamento militar, al clientelismo político y al incremento de la fortuna de unos pocos.
En el plano exterior, Azerbaiyán no cesa de dar muestras de su nulo interés en la paz con Nagorno Karabagh y Armenia y en la estabilidad regional. Sus enormes ingresos provenientes de la exportación de petróleo son utilizados, como se explica mas arriba, para la compra de armamentos militares. El año pasado dicho gasto ascendió a casi un 20% de su presupuesto anual, equivalente al total anual de Armenia.
Esta incesante escalada armamentista, sumada a sus constantes violaciones al cese al fuego en Nagorno Karabagh, es ratificada por un discurso belicista y xenófobo de parte de sus autoridades. En declaraciones de este año, el Embajador de Azerbaiyán en Irán dijo que el acuerdo de 1,6 mil millones de dólares en compra de armamentos a Israel, anunciado el domingo 26 de febrero, se llevó a cabo “para liberar las tierras ocupadas de Azerbaiyán”.
Luego, en la clausura de la conferencia sobre los resultados del tercer año del Programa Estatal de Desarrollo Socioeconómico de los Distritos para el Período 2009-2013 del pasado 28 de febrero, el presidente Ilham Aliev manifestó “Nuestros principales enemigos son los armenios de todo el mundo y los políticos hipócritas y corruptos bajo su control”.
La República Argentina ha demostrado en los últimos años una clara y firme posición en materia de Derechos Humanos, evidenciando así su destacable madurez democrática y tiene todo el derecho de alternar la búsqueda de oportunidades de cooperación económica, de nuevos mercados y la diversificación de su comercio exterior.
Sin embargo, un vínculo tan cercano con Azerbaiyán representa un riesgo de retroceso en la cuidadosa y equilibrada política exterior argentina que exitosamente ha llevado adelante la Cancillería de este país hacia el Cáucaso.