A 98 años del Genocidio negado

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Al igual que en otras partes del mundo, la colectividad armenia en Argentina conmemora el 24 de abril, la fecha de inicio del genocidio perpetrado por el Estado turco, que dejó como saldo más de un 1.500.000 de armenios asesinados. A través de distintas actividades y movilizaciones se mantiene viva la memoria de las víctimas. A dos años de cumplirse el centenario, los descendientes de armenios y sus instituciones son acompañados por organizaciones políticas, de derechos humanos, intelectuales, periodistas y amplios sectores de la sociedad en general. Si bien a todos aquellos que participamos de este tipo de recordatorios nos moviliza el reclamo de justicia, es necesario reflexionar acerca del sentido que le damos a esta fecha y cuál es su importancia.

En Argentina el Genocidio armenio está absolutamente reconocido. La diáspora armenia en Argentina, al igual que en otros países, tiene sus raíces en este terrible hecho histórico. Tras la residencia por varias generaciones en nuestro país y el proceso de integración dentro un esquema pluricultural, la lucha por parte de los sobrevivientes y los descendientes de las víctimas armenias contra las políticas de negación y olvido han sido claves para que hoy podamos ejercer este recuerdo activo. Las sucesivas declaraciones y resoluciones emanadas del parlamento nacional y los provinciales y el reconocimiento público del presidente de la Nación, Raúl Ricardo Alfonsín ante la comunidad armenia de la Argentina ( septiembre de 1987), que claramente fijaron una postura de condena al genocidio, tuvieron como el hecho político más trascendente en nuestro país respecto a las reivindicaciones armenias, la sanción de la Ley Nacional 26.199 (publicada en el Boletín Oficial el 15/1/2007), cuyo artículo 1º dispone: “Declárese el día 24 de Abril de todos los años como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos” en conmemoración del genocidio de que fue víctima el pueblo armenio y con el espíritu de que su memoria sea una lección permanente sobre los pasos del presente y las metas de nuestro futuro.”

Las expresas demandas emergentes de esta ley configuraron uno de los fundamentos de la sentencia categórica y ejemplar del Juez Federal Norberto Oyarbide del 1 de abril de 2011, que declara la verdad histórica del delito de genocidio cometido en perjuicio del pueblo armenio y responsabiliza al Estado turco. De esta manera, en un hecho jurídico sin precedentes, la justicia argentina se sumó al reconocimiento del poder legislativo y ejecutivo nacional, ratificando la histórica posición de apoyo y solidaridad de nuestro país para con los reclamos del pueblo armenio. Por lo tanto, tras décadas de lucha, en nuestro país los tres poderes que conforman el Estado se han pronunciado reconociendo el Genocidio de los armenios, conocido como el Primer Genocidio del Siglo XX. Estos logros nacionales, de trascendencia internacional, comenzaron con la recuperación de la Democracia en 1983 y se profundizaron desde la implementación desde el Estado nacional de políticas de derechos humanos orientadas hacia la memoria, la verdad y la justicia.

Esta situación de reconocimiento pleno estatal cobra sentido solo si es acompañado con hechos y con un ejercicio cotidiano de la memoria en distintos ámbitos de la sociedad. Como país que ha tenido una posición firme y coherente a la hora de condenar el genocidio sufrido por el pueblo armenio, debemos continuar en ese camino para no dar lugar a las políticas de ocultamiento, impunidad y olvido que nos quieren imponer los negacionistas. Este camino sintoniza plenamente con las políticas públicas que en nuestro país se llevan adelante en materia de Derechos Humanos por la verdad y la justicia. No queremos que la memoria se transforme en un acto reflejo de conmemoración vacío de contenido.

Al mismo tiempo, es inconcebible que esta causa se instale como una problemática individual del pueblo armenio, separada de los derechos humanos en general, y en particular de las reivindicaciones por los delitos de lesa humanidad cometidos en nuestro país durante la última dictadura cívico militar. Las torturas y muertes, los exilios, las mentiras y la culpabilización de las víctimas son puntos en común sumamente visibles. También la negación de la identidad, en Argentina todavía hay cuatrocientas personas que desconocen su origen, mientras que por el Genocidio armenio cientos de miles fueron obligados a abandonarla, mediante la turquificación forzosa.

Ahora bien, esta posibilidad de trabajar activamente por la Causa Armenia en la Argentina, nos permite entender mejor la gravedad del negacionismo que promueve el Estado turco. Frente a un escenario local donde, no sin esfuerzos, las puertas están abiertas, en Turquía la negación sistemática de los hechos ocurridos entre 1915 y 1923, junto al rechazo a reconocer la correlación de este genocidio con las masacres iniciadas en 1850, suponen una clara línea de continuidad. Desde estas primeras matanzas hasta la fecha, del Imperio Otomano a la sucesiva República de Turquía, y en cada uno de sus gobiernos, la política sistemática de exterminio encontró su sucesión en el negacionismo, permitiendo y fomentando los sentimientos anti-armenios y la armenofobia. El Estado turco hoy intenta ocultar la muerte de sus manos, intenta presentarse como una nación poderosa y moderna, desvinculada de su pasado.

Sin embargo, es muy difícil ocultar a la comunidad internacional que el negacionismo y la armenofobia coexisten en la República de Turquía. Las represalias no corren solamente para los ciudadanos de origen armenio, como el caso del periodista Hrant Dink, asesinado en 2007 por un nacionalista turco en represalia a su prédica a favor del reconocimiento. Escritores, catedráticos y periodistas turcos de renombre como Orhan Pamuk, Elif Shafak, Taner Akcam y Ragip Zarakolu, fueron acusados de “denigrar la identidad turca”, de acuerdo con el artículo 301 del Código Penal de Turquía, que los puede condenar hasta tres años de prisión si se los considera culpables. Asimismo, es imposible olvidar las amenazas del actual Primer Ministro Recep Tayip Erdogan de volver a deportar a los armenios de Turquía (16/3/2010), que alimentan actitudes de violencia contra los armenios en ese país. Para citar algunos ejemplos de estas acciones podemos mencionar, el asesinato de un joven de origen armenio que servía en el ejército turco por parte de sus compañeros, el día del 96° aniversario del Genocidio Armenio (24/4/11); y más recientemente el asesinato a puñaladas de una mujer armenia de 84 años, a la que sus asesinos le tallaron una cruz en el pecho (29/12/12).

A dos años del centenario, entonces, no existe la posibilidad de abandonar la lucha contra el negacionismo. El camino emprendido en Argentina demuestra que no existe la posibilidad de segmentación en materia de derechos humanos. El reclamo hacia el Estado turco no puede entenderse en los parámetros del rencor, sino como una apuesta a la tolerancia y el respeto entre los pueblos, como promueve la Ley. En la medida que el negacionismo persista, y que el derecho a la vida y a la libertad de expresión no estén debidamente garantizados dentro de sus fronteras, las actitudes xenófobas y ultranacionalistas contra los armenios encuentran una posibilidad total para el despliegue de sus actividades. Al mismo tiempo, es impensable bajo su continuidad que se honre a las víctimas y a la historia con justicia y reparaciones por parte del Estado. Por lo tanto, mientras en la República de Turquía la tolerancia y el respeto hacia los armenios sean una utopía, deberemos luchar en cada lugar del mundo para convertirlas en realidad.

Buenos Aires, abril de 2013