El Consejo Nacional Armenio de Sudamérica comparte la nota de opinión del Ing. Mario Nalpatian, vicepresidente de la Internacional Socialista y miembro del Consejo Nacional Armenio Mundial. El artículo fue publicado el 30 de mayo en la sección «Cartas al País» del diario argentino «Clarín«.
“La muerte de un genocida nos lleva a reflexionar”
La muerte del genocida Videla, me sorprendió en Berlín, camino a Erevan, capital de Armenia, donde me encuentro ahora. Como hijo de sobreviviente y nieto de desaparecidos en el Genocidio Armenio, la noticia me impacto. En pocas horas había transitado por los vértices del triángulo, Buenos Aires-Berlín-Erevan lugares donde la palabra genocidio adquiere una connotación especial. Nombres y fechas de pronto volvían recurrentemente a mí. Talaat y Kemal Attaturk en Turquía, Hitler en Alemania y Videla en Argentina, los genocidas que implementaron cada uno en su tiempo un brutal plan sistemático de exterminio, con un mismo, fin eliminar al otro, al que consideraban diferente. Fechas: 1915, 1939, 1976. A casi un siglo de la primera de las tragedias que se fueron sucediendo, encontramos que en Argentina con coraje cívico y decisión política se han juzgado y condenados a los responsables de la represión y Videla muere preso en una cárcel común. En Alemania con el enorme Willy Brand a la cabeza, el estado alemán pidió perdón y reparo materialmente a las víctimas del Holocausto. Pero con Turquía todo es diferente, el crimen cometido continua impune, y el estado implementa su política negacionista que pretende imponer a terceros. En ese país hay monumentos a los genocidas Talaat y Mustafá Kemal que son visitados por jefes de gobierno y público. La muerte de un genocida, nos debe llevar necesariamente a reflexionar, sobre qué se ha hecho para prevenir nuevos genocidios, si la comunidad internacional ha generado instrumentos legales y dotado de medios a los organismos de derechos humanos para prevenir nuevos crímenes de lesa humanidad.
Hasta cuándo se argumentarán razones políticas o comerciales para acompañar en silencio a los estados negacionistas, alentado de esta forma la concreción de nuevos crímenes.