Frente a un nuevo aniversario de la masacre de cientos de armenios en Bakú y la expulsión de más de 200.000 habitantes de la ciudad, el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica reitera su condena a estos crímenes, adhiriendo al pedido de justicia de los armenios de todo el mundo frente a un crimen que no sólo continúa impune, sino que es reivindicado por sus perpetradores.
Entre el 13 y el 19 de enero de 1990, se produjeron en la ciudad de Bakú centenares de asesinatos, ataques, torturas y violaciones contra la población armenia de la capital de la R.S.S. de Azerbaiyán, en el marco de la violencia anti-armenia instigada por las autoridades.
Durante los meses previos, los medios de comunicación intensificaron una campaña xenófoba anti-armenia, convocando a la expulsión de los armenios de la ciudad con el objetivo de apoderarse de sus posesiones y sus viviendas. Las autoridades locales confeccionaron y distribuyeron listas con los nombres y direcciones de las familias armenias, mapas indicativos de la ubicación de éstas en los bloques de viviendas, así como también certificados de defunción falsos para ocultar las causas reales de las muertes.
El 13 de enero, una multitud de setenta mil individuos que protestaba contra el régimen soviético fue dividida en grupos y bajo el liderazgo de elementos nacionalistas azeríes, inició el ataque contra las viviendas de los armenios.
Como una nefasta reiteración de las masacres de 1905 y 1918 sufridas por los armenios de la ciudad, los grupos armados ingresaron a las viviendas señaladas, atacando a sus propietarios con cuchillos, arrojándolos por las ventanas de los edificios e incinerándolos vivos. Las mujeres fueron violadas y torturadas. Todas las propiedades y pertenencias fueron confiscados y entregados a nuevos propietarios, en tanto los sobrevivientes fueron intimados a dirigirse al puerto para abandonar la ciudad de inmediato. Las iglesias armenias fueron atacadas e incendiadas.
Durante días la ciudad permaneció bajo el dominio de los atacantes, con la anuencia de las autoridades de la R.S.S. de Azerbaiyán, continuando los ataques contra los ciudadanos de origen armenio en sus puestos de trabajo, en las calles y en el transporte público. Los testimonios de funcionarios y políticos azeríes no admiten dudas sobre esta complicidad. Cuando las tropas soviéticas finalmente ingresaron a la ciudad con el objetivo de restablecer el orden, la población armenia ya había sido obligada a abandonar la ciudad.
Cerca de 200.000 armenios fueron expulsados de Bakú, entre ellos el Campeón Mundial de Ajedrez Garry Kasparov, quien declaró que “nadie iba a intervenir hasta que se llevase a cabo la limpieza étnica”, recordando que “en una megalópolis como Bakú (…) cuando los instigadores del pogromo deciden ir de un distrito a otro o de un apartamento a otro, significa que habían recibido las direcciones y que tenían un coordinador”
El Parlamento Europeo, el Senado de los EE.UU., la Cámara de Representantes de Uruguay y decenas de organizaciones y personalidades condenaron enérgicamente los pogromos anti-armenios de Bakú. Sin embargo, las investigaciones llevadas a cabo por las autoridades soviéticas nunca concluyeron debido al colapso de la URSS, por lo que los responsables permanecen impunes hasta el día de hoy.
Tras un cuarto de siglo, las autoridades de la actual República de Azerbaiyán, no sólo no han condenado estos hechos, sino que retomando el espíritu xenófobo que inspiró la limpieza étnica de la población armenia de Azerbaiyán, el propio presidente Ilham Aliyev ha calificado a los armenios del mundo como los “principales enemigos” del país, y continúa atacando militarmente a las Repúblicas de Armenia y de Nagorno Karabagh.
Ante este aniversario, el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica honra la memoria de las víctimas de los pogromos de Bakú de 1990, y apuesta a que la tragedia vivida por nuestro pueblo veinticinco años atrás sirva como ejemplo de las consecuencias de patrocinar a quienes irresponsablemente promueven la discriminación y la xenofobia desde el Estado.