Presentación de «Sociales en Debate n°8 – Genocidios»

socialesendebatecuadrado (1)La Facultad de Ciencias Sociales – UBA presentó el 28 de mayo el octavo número de su revista «Sociales en Debate» con una edición dedicada a la temática de «Genocidios». Glenn Postolski, decano de esta casa de estudios, presentó al panel integrado por Daniel Feierstein, investigador CONICET y presidente de la International Association of Genocide Scholars, Ana Oberlin, directora de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y Pedro Mouratian, interventor del INADI.

La publicación,realizada con el aporte de la Fundación CNA para la Defensa de los Derechos Humanos, cuenta con textos de Daniel Feierstein, Pedro Mouratian, Carolina Karagueuzian, directora del Consejo Nacional Armenio de Buenos Aires, Luciano Alonso, profesor y doctor en Humanidades, Inés Izaguirre, investigadora del Instituto Gino Germani, Lior Zylberman, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET, la antropóloga Laura Panizo y las licenciadas en Sociología María Celeste Adamoli y Daiana Gerschfeld. Compartimos la cobertura de Prensa Armenia.

La Facultad de Sociales presentó una publicación sobre genocidios

Ana Oberlin, Glenn Postolski, Pedro Mouratian y Daniel Feierstein

Con un panel de expertos en la materia, la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA presentó en la noche del jueves 28 de mayo el octavo número de su revista «Sociales en Debate» con una edición dedicada a la temática de «Genocidios«.

La presentación estuvo a cargo del decano de Ciencias Sociales,Glenn Postolski, el investigador del CONICET y presidente de la International Association of Genocide Scholars, Daniel Feierstein, el interventor del INADI,Pedro Mouratian, y Ana Oberlin, directora de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Glenn Postolski comenzó agradeciendo al Consejo Nacional Armenio de Sudaméricapor el apoyo en la realización de la edición y subrayó que «el tema del genocidio nos atraviesa, porque nos obliga a pensar de qué forma, releyendo ese pasado, nos permite construir futuros donde nunca más tengamos que remitirnos a esta forma del dolor».

«Esta publicación de cuenta de una voluntad para que en el seno de nuestra facultad, así como existe en otras universidades, se pueda constituir un observatorio, un centro que tenga como eje de su discusión, debate y análisis la problemática de genocidio«, agregó.

Daniel Feierstein empezó recordando la mirada del creador del concepto de «genocidio», el jurista Raphael Lemkin: «El objetivo del genocidio no son las muertes, sino que las muertes constituyen el medio para un objetivo mucho más profundo: la destrucción de la identidad de un pueblo«. Sobre el Genocidio Armenio, destacó la singularidad de cómo el Estado turco «se constituye como Estado moderno en función de una lógica de exclusión y cómo las lógicas del Imperio Otomano van siendo transformadas en función de construir una modernidad que busca homogeneizar la identidad».

«La construcción de nuestra identidad tiene que ver con cómo representamos el pasado, quiénes sufrieron la violencia, quiénes la produjeron, cuál fue la causalidad y la lógica de esa violencia», explicó Feierstein. «Distintas calificaciones jurídicas construyen distintos modos de representación. Lo que a los jueces y fiscales muchas veces les cuesta entender es que en nuestros Estados modernos, le hemos otorgado al derecho la potestad de la construcción de la verdad colectiva«.

Según Feierstein, «la idea de que los alemanes aniquilaron a los judíos o que los otomanos o turcos aniquilaron a los armenios, ‘realiza’ la ideología genocida, porque está diciendo que los alemanes no son judíos, que los judíos no son alemanes, que los armenios no son turcos, que los turcos no son armenios. Ese era el pensamiento genocida».

En el caso argentino, «la discusión sobre cómo calificar lo que ocurrió, si como crimen de lesa humanidad o genocidio, tiene que ver con la cuestión de quién sufrió lo que pasó». «¿Es el Estado que cometió delitos individuales, homicidios, torturas y violaciones contra víctimas individuales? ¿O el terror dejó efectos, incluso en las generaciones que lo vivieron a través de las transmisiones inconscientes de sus padres, y buscaba dejar esos efectos?«, se preguntó Feierstein. «Esa es la idea de un ‘proceso de reorganización nacional'», ya que a través del terror, hubo una «imposición de la identidad del opresor».

A su turno, Pedro Mouratian amplió la definición de Lemkin sobre la destrucción de la identidad de un pueblo: «En realidad era la destrucción para la construcción de una nueva identidad«.

«Entiendo el genocidio como la máxima expresión de la discriminación. Todos los pueblos que fueron víctimas de un genocidio, fueron víctimas de una discriminación, donde lo que está por encima de todo es la negación de esa alteridad y de un otro», detalló.

«En la negación de la otredad comienza la marcación de la víctima, que tiene que ver con cómo se va construyendo en el imaginario colectivo la ‘necesidad’ de que exista un solo modelo de sociedad», puntualizó el interventor del INADI. «En el caso del genocidio, se termina con la vida de esas personas. En el caso de la marginación, la exclusión y la estigmatización, se las aparta del modelo de sociedad que se aspira construir«.

Ana Oberlin se centró en los juicios de la última dictadura militar argentina, y comenzó relatando que a partir del año 2000, «producto de la lucha incansable e inclaudicable que llevaron adelante los organismos de derechos humanos», se logró «la primera declaración por parte de un juez de inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final».

«Esto implicó remover el obstáculo que impedía avanzar con la investigación penal respecto de los hechos ocurridos durante el terrorismo de Estado», dando lugar a un proceso «fragmentario y espasmódico de justicia» que generó una desorganización en las causas. «No hubo por parte del poder judicial o la procuración una política de persecución penal clara y meditada de forma previa. Se fue dando de manera casi espontánea y fue teniendo características que tuvieron que ver con la impronta que le dieron los jueces o fiscales que llevaron adelante estos procesos«, explicó Oberlin.

«En algunos casos había connivencia por parte de los jueces. No fue inocente decidir transitar los procesos judiciales de esta forma. Apuntaban a dilatar los procesos para garantizar una impunidad ‘biológica’, ya que los acusados en muchos casos son personas mayores. Actualmente, la procuración organiza a sus fiscales para dar una respuesta más adecuada», añadió la directora de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Derechos Humanos.

«Cuesta mucho que los operadores judiciales puedan entender qué es lo que pasó en Argentina y traduzcan en resoluciones judiciales que expresen correctamente los que ocurrió en el país más allá del encuadre jurídico. Eso genera que muchas resoluciones no reflejen lo que ocurrió realmente en nuestro país, más allá de las condenas«.

Además, Oberlin habló de la dificultad en avanzar con los delitos contra la integridad sexual, «sufridos principalmente por mujeres en los centros clandestinos de detención». «Esas mujeres eran doblemente transgresoras: no solamente eran militantes que desafiaban a esa dictadura, sino que eran mujeres que habían salido del ámbito doméstico que la cultura machista les tenía destinado«.

La edición de la revista «Sociales en Debate», que se distribuye gratuitamente, cuenta con textos de Daniel Feierstein, Pedro Mouratian, Carolina Karagueuzian, directora del Consejo Nacional Armenio de Buenos Aires, Luciano Alonso, profesor y doctor en Humanidades, Inés Izaguirre, investigadora del Instituto Gino Germani, Lior Zylberman, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET, la antropóloga Laura Panizoy las licenciadas en Sociología María Celeste Adamoli y Daiana Gerschfeld.