Los ataques sorpresivos y masivos que las fuerzas azeríes empezaron a lo largo de la frontera oriental contra las posiciones armenias en la República de Nagorno Karabaj (RNK) durante la noche del 1º de abril y la madrugada siguiente no ocurrían desde el establecimiento del cese de fuego en 1994 según indica el Ministerio de Defensa de la RNK. Los bombardeos que acompañaron los ataques se extendieron a zonas de población civil causando la muerte de un niño menor de edad de la región de Marduní y varios otros heridos que fueron trasladados a los hospitales de la capital Stepanakert.
La ofensiva azerí fue llevada adelante con tanques, helicópteros militares, aviones no tripulados (drones) y artillería pesada en los frentes sur, sureste y noreste de la RNK. Las fuerzas de defensa de la RNK lograron detener la ofensiva y frustró el intento de invasión. Los ataques azeríes, sin embargo, no se han terminado aún y la agresión militar sigue.
No es la primera vez que Azerbaiyán viola el cese de fuego; más aún, desde hace ya un año ha empezado una guerra de desgaste con disparos de francotiradores todos los días y operaciones de sabotaje; la envergadura de los últimos ataques, sin embargo, demuestran que la verdadera intención de Bakú va más allá de una guerra de usura.
Es de público conocimiento que el gobierno de Ilham Aliyev no desea una resolución pacífica del conflicto que usa para fomentar la armenofobia y el nacionalismo agresivo y desviar la atención de la crisis de legitimidad del régimen, la violación de los derechos humanos y la miseria de la mayoría de la población mientras permanecía en el poder y se apropiaba de la riqueza generada por el petróleo. La caída del precio del crudo el año pasado tuvo su impacto sobre la economía de Azerbaiyán. Los inevitables ajustes presupuestarios incrementaron el descontento en la población y la represión cada vez más brutal del régimen. Las críticas a Azerbaiyán, los editoriales en la prensa internacional denunciando la situación interna se hicieron más notables, y la diplomacia azerí multiplicó su esfuerzo para comprar voluntades y acallar las voces de protesta.Arriesgando la guerra total con la última ofensiva, el régimen de Aliyev intenta salvar su situación y permanecer en el poder.
El Consejo Nacional Armenio de Sudamérica repudia enérgicamente la agresión azerí y advierte que el aventurerismo del régimen de Aliyev podría llevar a una guerra regional. Apoyando la postura del gobierno de Armenia de abogar por una solución negociada del conflicto. Sostenemos, además, la convicción en el reclamo de una condena unánime y firme de la comunidad internacional, especialmente de los gobiernos latinoamericanos, frente a este tipo de agresiones. Reclamamos una pronta y activa intervención del Grupo de Minsk para frenar la política militarista y no cooperadora de Azerbaiyán, y evitar así una escalada armamentística que llevaría a la desestabilización general del Cáucaso, una región en la inmediata vecindad del Medio Oriente.