El 1° de marzo Serzh Sargsián decretó la anulación de los protocolos firmados en 2009 con la República de Turquía. La medida, que el presidente armenio anticipara en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2017, ratifica la nula productividad que tuvieron desde un inicio para la parte armenia. Originados en la necesidad de la normalización de las relaciones entre Armenia y Turquía, recibieron progresivamente un amplio rechazo por parte de diversos sectores, especialmente la diáspora armenia, y la comunidad de Argentina no fue la excepción.
Desde un inicio, el Consejo Nacional Armenio (CNA) consideró inaceptables las precondiciones impuestas por Turquía. Si bien en un principio se mantuvieron ocultas, el Estado genocida acabó por exhibirlas plenamente. Las mismas eran principalmente el reconocimiento de las fronteras entre ambos, que anularía los reclamos armenios, la “resolución” del conflicto de Nagorno Karabaj, entregando dicha república a Azerbaiyán, y transformar la verdad histórica del genocidio armenio en un objeto de estudio, obstaculizando su reconocimiento en otros países y dejando en una incómoda posición a aquellos que, como Argentina, ya lo habían hecho.
A pesar de que nunca entraron en vigencia, Turquía intentó explotar los protocolos en su propio beneficio, incluso en nuestro país, en ámbitos políticos, académicos, mediáticos y diplomáticos. En 2010 el CNA señalaba: “La propaganda turca, activa si las hay, anuncia a los cuatro vientos que armenios y turcos han alcanzado un acuerdo, queriendo así dar una solución política y mediática a los crímenes de lesa humanidad, relegando otra vez el advenimiento de la justicia”.
Durante estos ocho años, hemos sido testigos de cómo el lobby turco, centralizado en su embajada, intentaba convencer a diputados y senadores nacionales, y a legisladores provinciales, de que Armenia y Turquía estaban trabajando para alcanzar un entendimiento, y que cualquier posicionamiento de un parlamento extranjero sólo entorpecería estas relaciones. Basta indagar en actas de sesiones cercanas al 24 de abril, o en los argumentos expresados por legisladores contrarios a la adhesión de sus provincias a la Ley 26.199. Además la diplomacia turca, utilizando un derecho inexistente en su propio país, respondía injuriosamente en la prensa gráfica a cualquier artículo sobre el genocidio armenio esgrimiendo la misma mentira. El estado negacionista, sin haber dado un solo paso, quería convencer al mundo de que las negociaciones estaban a toda marcha.
El CNA saluda esta decisión del gobierno armenio, ya que contribuirá a desmantelar parte del uso perverso que realizó Turquía de los mismos. A su vez, agradece a los periodistas, académicos, intelectuales y representantes del pueblo argentino quienes, en su amplia mayoría, no creyeron en las maniobras de un Estado que desarrolla una política de cien años de negación. Especialmente en un país como Argentina, seguimos reafirmando que el entendimiento entre Armenia y Turquía sólo puede ser posible sin precondiciones, sobre los pilares de la memoria, la verdad, la justicia y la reparación. Cualquier otra alternativa implica un abandono de la Causa Armenia y la traición a quienes en todo el mundo la han acompañado.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 6 de marzo de 2018