103 años después, Turquía aún pretende eludir su compromiso reescribiendo la historia

Agencia Nacional de Noticias Télam

Mañana, 24 de abril se cumple el 103° aniversario del Genocidio Armenio. En 2006, ese día fue declarado por el Congreso Nacional como el «Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos», en conmemoración del genocidio contra el pueblo armenio cometido por  el Estado turco. Al respecto opinó para Télam Nicolás Sabuncuyán, Director del Consejo Nacional Armenio-Argentina. 

31248891_6102091444121_6686171680710066176_n.pngEl 24 de abril se recuerda el genocidio armenio perpetrado por el Estado turco entre 1915 y 1923, que acabó con la vida de un millón y medio de personas, y generó cerca de 700.000 desplazados. La fecha alude a la madrugada de 1915 en que fueron arrestados y ejecutados centenares de intelectuales de esa nacionalidad, el acto inicial del plan sistemático. Desde mediados del siglo XIX pueblos enteros fueron masacrados en el Imperio Otomano como método disciplinador frente a los reclamos contra la segregación y el deterioro de sus condiciones de vida. Sin embargo, utilizando como pretexto la Primera Guerra Mundial, el régimen del Comité Unión y Progreso inició una política que tenía como objetivo aniquilar al conjunto de la población armenia, apropiarse de sus bienes y destruir su patrimonio cultural. Para las autoridades, los armenios eran la prolongación interna del enemigo externo, y un obstáculo en la conformación de un imperio más vasto con otros pueblos túrquicos de Asia.
 
Tras la capitulación otomana, Mustafá Kemal retomó la bandera del nacionalismo turco y continuó con el
plan sistemático de aniquilación hasta la fundación de la República de Turquía en 1923. Kemal sería conocido mundialmente como “Atatürk”, padre de los turcos, pero también se convertiría en  el padre del
negacionismo, aún vigente. Los últimos cien años han sido testigos de una batalla a escala global entre
quienes reivindican la verdad histórica y quienes intentan negarla sistemáticamente. Un pueblo que sobrevivió en la diáspora y en una pequeña porción de sus territorios se enfrenta a una potencia regional, con alianzas sólidas y ubicada estratégicamente.

Esta disputa desigual y permanente ha tenido diversos resultados según los principios de cada país en que se ha desarrollado. Argentina fue uno de los estados que recibió a quienes escapaban de una muerte segura y les permitió desarrollarse en un esquema multicultural. En 1920, el gobierno de Hipólito Yrigoyen reconoció a la República Democrática de Armenia, que el próximo 28 de mayo cumplirá un siglo, y que fuera fundamental para evitar aún más muertes bajo la avanzada de Atatürk. Con la recuperación democrática, la Causa Armenia alcanzaría sus puntos más altos, con avances y retrocesos, y siempre en compañía de loa organismos de Derechos Humanos y las fuerzas políticas que sostienen esas banderas.

Raúl Alfonsín es recordado por haber condenado el genocidio públicamente frente a la comunidad armenia de Argentina y porque, con el acompañamiento del Congreso y por el trabajo realizado por Leandro Despouy, la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de la ONU incorporó en 1985 el caso armenio en el informe sobre Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio. En 1995 una ley de reconocimiento fue aprobada en el Congreso y vetada por Carlos Menem. Once años después, una ley similar, la 26.199, sería impulsada por todos los bloques legislativos y promulgada por Néstor Kirchner. Durante esa gestión, se inauguraría la Embajada Argentina en Armenia. Y en 2011, la justicia federal determinaría que el delito se trató de un genocidio.

La Ley 26.199 declara el 24 de abril de todos los años como “Día de acción por la tolerancia y el respeto entre los pueblos”, en memoria del genocidio del que fue víctima el pueblo armenio. De esta forma, no solo reconoce el crimen como tal, sino que atenta contra uno de los pilares del negacionismo que es sostener que las alegaciones de genocidio son un problema de los armenios y no de la humanidad. Sin embargo, el reciente intento de Turquía de expandir su área de influencia hacia nuestra región pone a prueba permanentemente la solidez de la continuidad de esta política de Estado de acompañamiento del reclamo. La visita de Erdogan a nuestro país con motivo del G 20 constituirá una oportunidad para el actual gobierno de evidenciar si está en capacidad de compatibilizar las relaciones comerciales y la generación de inversiones con la actitud valiente y ejemplar que ha demostrado el Estado argentino.