«La visita indeseable» por Mario Nalpatian

(Nuevos Papeles) Entre el 30 de noviembre y el 1° de diciembre Argentina será sede de la Cumbre de Líderes del Grupo de los 20 que se auto define como el principal foro global para la cooperación económica, financiera y política.
Los mandatarios de los países miembros traerán diversos tópicos de debate marcados por un sistema internacional de carácter multilateral desafiado por el ascenso de nacionalismos políticos y económicos.
Como anfitrión, nuestro país será testigo de un nuevo capítulo de la guerra comercial entre los Estados Unidos y China, de la zigzagueante relación entre Estados Unidos y la Unión Europea y comprobara si el vínculo Trump-Putin resistirá las excentricidades del presidente americano y su pretendido avance sobre las áreas de influencia rusa.
Un nuevo enfrentamiento acapara la atención mundial, el del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan y el príncipe de Arabia Saudita, Mohamed Bin Salman, a partir de la disputa de liderazgo en Medio Oriente y el reciente asesinato del periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul. Aliados y socios, los intereses de ambos países confluyeron por décadas para sostener o alentar a gobiernos y regímenes autoritarios y no repararon en medios para encubrir sus ambiciones expansionistas amparados en una misma matriz conceptual: la supresión y negación de aquellos  que  no se sometieran a sus designios.
Erdogan, en su tránsito hacia el G20 utiliza a la prensa internacional para atacar al reino saudita, sin  advertir que su dedo acusador vuelve como un bumerán y lo hace prisionero de su propia historia y arrogancia. El presidente turco afirma: » sabemos que la orden de matar a Khashoggi vino de los niveles más altos del gobierno saudita».
La historia interpela al presidente turco al cuestionar de cuál nivel de su gobierno salió la orden de matar al periodista de origen armenio Hrant Dink en las calles de Estambul. A días del magnicidio el asesino fue recibido como héroe y arropado en la bandera turca por las Fuerzas de Seguridad de su ciudad natal.
Al mismo tiempo, el presidente Erdogan intenta posicionarse como un miembro responsable de la comunidad internacional. No obstante, su política de persecución implacable contra opositores y periodistas dentro y fuera de sus fronteras ha transformando a su país en una gran cárcel. Además, incumple las reglas básicas del derecho internacional al bloquear fronteras y hostigar a los países con los que mantiene disputas territoriales.
Para alcanzar la suma del poder, Erdogan ha establecido una alianza parlamentaria con el partido de ultraderecha Partido Acción Nacionalista (MHP por sus siglas en turco) creado por Arpaslan Turkes quien también fundó la temible organización político-criminal Los Lobos Grises –dedicada a la extorsión, narcotráfico y asesinatos dentro y fuera de Turquía–. En sus mítines políticos, el mandatario turco irreverentemente rinde homenaje a los Lobos haciendo su  típico saludo.
El pasado 7 de noviembre un centenar de intelectuales y políticos franceses en ocasión del viaje de Erdogan a Francia, hizo público su rechazo a la estadía del mandatario en su país (Le Monde 7/11/18) acusándolo de ser el abanderado del Negacionismo turco -política estatal que niega la responsabilidad del Imperio Otomano y posterior República de Turquía de haber planificado y ejecutado el Primer Genocidio del Siglo XX, el asesinato de más un millón y medio de armenios.
En la región sudamericana, el Genocidio Armenio ha sido reconocido por Uruguay pionera en el mundo con la Ley 13.326 de 1965 como también Brasil, Chile, Bolivia, Paraguay y Venezuela. Además, los parlamentos del Mercosur y el Latinoamericano.
En Argentina el reconocimiento del Genocidio Armenio es política de Estado y se ha transformado en un ejemplo para el mundo. En 1985 con sendas resoluciones de las Cámaras de Diputados y Senadores, 1987 el presidente Raúl Alfonsin, y 2006 la Ley 26.199 bajo la presidencia de Néstor Kirchner.
La sociedad argentina reconocida internacionalmente por la lucha y defensa de los Derechos Humanos no debe ser ajena a visitas –indeseables– como la de presidente de Turquía.
Mario Nalpatian, miembro del Consejo Nacional Armenio Mundial y Vicepresidente de la Internacional Socialista.