Si bien la transmisión de la memoria del pasado traumático comparte los dilemas de toda transmisión cultural y de toda acción pedagógica, ésta tiene características que la distinguen. En ella, el dolor humano es el eje central que la define (Dussell, 2001). Si estos acontecimientos cargan consigo los límites de la representación, la crisis de la verdad y de la justicia, ¿cómo pensar y estructurar propuestas pedagógicas que posibiliten una transmisión que afecte, que implique un diálogo diferente entre las generaciones y una articulación más abierta de los legados?
En 2014 el Equipo fue invitado a colaborar en la producción de contenidos para el libro “El genocidio armenio. Preguntas, respuestas y propuestas para su enseñanza”, publicado por el Equipo Educación y Memoria del Ministerio de Educación de la Nación (2015). Se trata de un material para que los docentes puedan desarrollar y profundizar su conocimiento sobre la temática y sus implicancias actuales. Está organizado en tres capítulos (Genocidio Armenio; Acerca de los armenios; Las luchas por la memoria y el reconocimiento), estructurados a partir de una serie de interrogantes disparadores. La inclusión de variadas fuentes (documentos, fotografía, testimonios y obras de arte) habilita múltiples entradas que se recuperan en las propuestas para trabajar en el aula.
Las respuestas, sabemos, no son unívocas. Hace más de una década el Consejo Nacional Armenio (CNA) conformó el Equipo de Educación con el objetivo de promover la transmisión del genocidio contra el pueblo armenio, desde una perspectiva comparativa acerca de la naturaleza y mecánica de toda práctica social genocida. Las diferentes propuestas desarrolladas en ámbitos de educación formal como no formal (talleres para estudiantes, jornadas de capacitación docente, elaboración de recursos didácticos, promoción de representaciones artísticas), se fundamentan en la importancia de estimular y fortalecer actitudes de solidaridad y participación colectiva frente a discursos y prácticas que vulneran los derechos humanos y de los pueblos.
La narrativa de “Justicia y Reparación” es la que sigue operando como representación dominante del intento de inscripción en el tiempo y en el espacio del genocidio contra el pueblo armenio (1915-1923). La impunidad ligada a la dinámica de la negación sostenida como política por parte del Estado perpetrador hasta la actualidad, acentúa su singularidad y a la vez, establece su universalidad. Ambos enfoques no son contradictorios. Así, su estudio y reflexión posibilita repensar el genocidio desde la óptica de las relaciones sociales para examinar las señalas de alarma cuando se “naturalizan” conductas y prácticas discriminatorias y analizar cómo la negación del otro llega a su punto límite a partir de su desaparición material y simbólica.
Su implementación también pone de relieve el impacto de la violencia sexual y la sustracción de identidades como prácticas diferenciadas. Considerando que su impunidad abrió la puerta a la discusión sobre cómo denominar al exterminio masivo en la modernidad, nos lleva a pensar las consecuencias del silencio y la indiferencia frente al sufrimiento de los demás. Al mismo tiempo, pone de relieve el impacto de la negación sobre los procesos de transmisión tanto en los descendientes armenios, dispersos por el mundo, como al interior de la sociedad turca, imposibilitada de confrontar su propia historia. Tras décadas de silencio, el recuerdo activo de generaciones de armenios en nuestro país permite analizar los procesos de memoria, verdad y justicia ligados también al compromiso de recrear las expresiones culturales que dan vida a la identidad comunitaria y que el genocidio no pudo eliminar. Al entretejer ese pasado de duelos con nuevas fuerzas de sentido, es posible reconjugar experiencias en plural y (re)descubrir memorias y sentidos de pertenencia en el presente.
Julieta Puppo
Profesora del Colegio Armenio Jrimian y miembro del Equipo de Educación del CNA