Diario Armenia presenta un análisis preliminar sobre el desarrollo de la guerra de Artsaj y las implicancias del acuerdo firmado el 9 de noviembre de 2020.
La guerra
El 27 de septiembre, Azerbaiyán, junto con Turquía y mercenarios yihadistas de distintos países, comenzó una guerra contra Artsaj y Armenia. El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dijo en un primer momento que había sido Armenia quien había atacado, algo que semanas después confirmaría él mismo que era mentira.
El ataque comenzó con una ofensiva terrestre de Azerbaiyán contra la línea de contacto norte y sureste de Artsaj, que sufrió grandes pérdidas iniciales. Si bien los primeros días Azerbaiyán no logró avances significativos, la utilización de drones (fabricados por Turquía e Israel) fue el armamento clave que logró destruir los sistemas de defensa aéreos armenios, así como también nivelaron la ventaja inicial con la que contaba el Ejército de Defensa de Artsaj al tener las posiciones de altura. El ministro de Defensa de Armenia, Davit Tonoyan, explicó, finalizada la guerra, que “el equipo militar de la quinta generación decidió el resultado de la guerra” y que “la ventaja aérea del enemigo fue decisiva”.
En el frente norte de Artsaj, Azerbaiyán no logró grandes avances, pero sí lo hizo en el sur, a lo largo de la frontera con Irán. A medida que pasaron los días, Azerbaiyán mantuvo una constante política de bombardeo contra poblaciones e infraestructura civiles de Artsaj, principalmente en las ciudades de Stepanakert y Shushí. Armenia respondió bombardeando objetivos militares de las ciudades de Ganja y Barda, aunque causando también numerosas pérdidas civiles accidentales. Una constante del conflicto fue la utilización de la población azerbaiyana como escudo humano por parte del Gobierno de Azerbaiyán, que nunca evacuó ni cuidó a los civiles que se encontraban cerca de posiciones militares a pesar de que Artsaj y Armenia anunciaron con anterioridad qué objetivos se iban a atacar.
El 9 de octubre se acordó la primera tregua humanitaria en Moscú, acuerdo que no fue cumplido. Azerbaiyán continuó con el avance hacia el sur desde la zona este, y el 22 de octubre anunció que tenía bajo control toda la frontera con Irán. El 26 de octubre se acordó un nuevo cese del fuego en Estados Unidos, acuerdo que fue violado nuevamente por Azerbaiyán. Del 29 al 31 de octubre, Azerbaiyán utilizó armas químicas para incendiar los bosques de la región, lugar donde se refugiaban los civiles de los bombardeos.
El 8 de noviembre, Ilham Aliyev anunció la captura de Shushí, algo que fue desmentido en un primer momento por Armenia y Artsaj, y posteriormente se reconocería que fue cierto. La caída de Shushí y la inminente captura de la capital de Artsaj, Stepanakert, fue lo que forzó al primer ministro armenio Nikol Pashinyan, apoyado por el presidente de Artsaj, Arayik Harutyunyan, a firmar el acuerdo final por el fin de la guerra, considerado una capitulación por parte de Armenia.
Los crímenes de guerra
A lo largo de los 43 días de guerra, se reportaron numerosos crímenes de guerra por parte de Azerbaiyán.
La utilización de municiones de racimo por parte de Azerbaiyán contra población e infraestructura civil de Artsaj fue una constante durante el conflicto, y este hecho fue documentado por Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Ambas organizaciones también denunciaron que Armenia atacó a Azerbaiyán con esta tecnología en una sola oportunidad. Se contabilizaron más de 40 civiles muertos en Artsaj, mientras que hubo más de 90 en Azerbaiyán, principalmente por la negativa de las autoridades azerbaiyanas a evacuar a su propia población (algo que el propio Aliyev consideró un orgullo), a pesar de que las autoridades de Artsaj anunciaron previamente qué objetivos militares de Azerbaiyán atacarían.
Durante los combates hubo una gran cantidad de evidencia audiovisual de crímenes de guerra cometidos por el Ejército de Azerbaiyán contra civiles, soldados y prisioneros de guerra de Artsaj. Los propios soldados azerbaiyanos y mercenarios sirios filmaron y difundieron las torturas, decapitaciones, mutilaciones y asesinatos, como una forma de difundir el terror en la región y, a la vez, evidenciar la histórica política estatal de Azerbaiyán de racismo contra el pueblo armenio y la enseñanza del odio a su propia población.
Uno de los hechos más significativos fue el doble bombardeo a la iglesia de Shushí, la catedral de Ghazanchetsots. Azerbaiyán atacó dos vecesla iglesia mediante la estrategia del ‘double dip’, donde se ataca dos veces al mismo lugar para matar a quienes se acerquen a ayudar luego del primer ataque. Dos periodistas resultaron heridos en los bombardeos. Aliyev dijo semanas después que quizás se había tratado de un error de su ejército, pero que lo más probable era que hubiera sido un auto ataque armenio para responsabilizar a Azerbaiyán.
Todas las denuncias fundadas y documentadas de Armenia fueron contrarrestadas por Azerbaiyán mediante la estrategia de la “propaganda espejada”: a cada denuncia de Armenia contra Azerbaiyán respondieron con la misma denuncia contra Armenia, sin pruebas, a fin de difundir información falsa del conflicto y confundir a la opinión pública. El ombudsman de Artsaj, Artak Beglaryan, elaboró numerosos informes donde documentó todos los crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad cometidos por Azerbaiyán.
El acuerdo
El acuerdo firmado el 9 de noviembre prevé el cese total de todas las operaciones militares a partir del 10 de noviembre a las 00:00 horas (hora de Moscú).
Azerbaiyán recibirá el distrito de Aghdam antes del 20 de noviembre, lo que implica la retirada total de las tropas armenias de la región. Además, Armenia entregará los distritos de Kalbajar y Lachin, manteniendo el corredor de Lachin (5 km de ancho) para sostener la conexión entre Artsaj y Armenia, aunque ese corredor no podrá pasar por Shushí (llamada Shusha, por su nombre azerbaiyano, a partir del acuerdo), ciudad que quedará bajo control azerbaiyano. Esa ruta deberá construirse en un lapso de 3 años. Azerbaiyán será el encargado de la seguridad de ciudadanos, vehículos y mercancías que atraviesen el corredor de Lachin en ambas direcciones.
A lo largo de toda la línea de contacto de Karabaj y en el corredor de Lachin se desplegarán tropas de Rusia por un período de cinco años con prórroga automática por períodos de cinco años más si ninguna de las partes declara seis meses antes de la expiración del período su intención de poner fin a la aplicación de esa disposición.
Los desplazados internos y los refugiados regresarán al territorio de Nagorno Karabaj y distritos adyacentes bajo los auspicios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Además, se intercambiarán prisioneros de guerra, detenidos y cadáveres
Por último, se construirá una nueva vía de comunicación de transporte para unir a la República Autónoma de Najicheván con Azerbaiyán a través del sur de Armenia.
Lo más importante del acuerdo es lo que no dice: no se establece ningún estatus sobre Artsaj. Esto quiere decir que no se sabe si será una república independiente o no. En su discurso de victoria, Aliyev hizo foco en eso: “Probablemente hayan notado que esta declaración no contiene ni una sola palabra sobre el estado de Nagorno Karabaj. ¿Dónde están las demandas de la parte armenia de que se conceda la independencia a Nagorno Karabaj? Cuando les ofrecí autonomía, no estuvieron de acuerdo, dijeron que no, que era un ‘estado independiente’. Durante muchos años, vivieron como un ‘estado independiente’, pero todavía debían obtener la independencia de Azerbaiyán. ¡Ni una palabra, Pashinyan!”, se mofó el Presidente azerbaiyano. “¿Dónde está el estatus? El estatus se fue al infierno, falló, se hizo añicos, no está ni estará. Mientras sea presidente, no habrá estatus”, prometió el 10 de noviembre Aliyev.
El acuerdo es muy similar a los Principios de Madrid de 2009, pero con tres mayores concesiones por parte de Armenia: la pérdida de Shushí, el corredor Najicheván-Azerbaiyán en Armenia y la no especificación del estatus de Artsaj. Arayik Harutyunyan resumió la decisión de la firma del acuerdo: “si las hostilidades hubieran continuado al mismo ritmo, habríamos perdido todo Artsaj en cuestión de días”.