Hablamos de larga marcha por cuanto aún no se han podido establecer mecanismos eficaces y seguros de prevención de genocidios a pesar del avance en instrumentos legales y la creación de tribunales ad hoc y la Corte Penal Internacional.
La reciente conmemoración del 60° Aniversario de la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio generó la recordación de las mayores tragedias acaecidas en el siglo XX tipificadas como genocidio, pero también la aparición de aquellos que sembraron dudas sobre la existencia de genocidios, cuestionan el número de victimas o tergiversan fechas y hechos pretendiendo relativizar o banalizar lo acaecido, llegando incluso a negar la existencia de los genocidios.
En esta tarea se encuentran Turquía y aquellos que la acompañan en su negación de lo ocurrido en el Imperio Otomano con la población armenia entre 1915 y 1923, hechos que han sido tipificados como genocidio por organismos supranacionales como las Naciones Unidas (1985), el Parlamento Europeo (1987), el Parlamento del Mercosur (2007) e infinidad de parlamentos nacionales y estados en Europa y América o instancias inobjetables como el Tribunal Permanente de los Pueblos (ex Tribunal Russel, 1984) y el Consejo Mundial de Iglesias (1983).
La creación del término genocidio, por el jurista polaco de origen judío Rafael Lemkin, tuvo su mayor antecedente en las matanzas de armenios durante la Primera Guerra Mundial. Respecto de hechos recientes relacionados al reconocimiento internacional del genocidio armenio, los más mediáticos y disputados fueron los que se vivieron en 2007, durante el tratamiento del tema en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, luego de la contundente aprobación del mismo en la Comisión de Relaciones Exteriores, a pesar de la ofensiva encabezada por el presidente George W. Bush.
La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, prestigiosa defensora del reconocimiento, optó en aquel momento y de común acuerdo con los representantes de la comunidad armenia local, retirar transitoriamente el Proyecto de Reconocimiento del orden del día, situación que ha sido revisada para la próxima legislatura.
No hay peor afrenta y dolor para los sobrevivientes o descendientes de víctimas de un crimen de lesa humanidad que ver que aquellos que han tenido la responsabilidad de llevar a cabo dicho crimen o sus sucesores impulsen su negación no escatimen medios para lograrlo.
Estudiosos del fenómeno del Negacionismo, los profesores Yair Auron y Richard G. Hovannisian coinciden en señalar que los negacionistas del genocidio armenio apelan en esa tarea a la racionalización, relativización, trivialización y banalización de los hechos como forma de cuestionar la existencia del crimen cometido.