La cuestión Armenia y las Relaciones Internacionales

Pascual C. Ohanian

enverpacha.jpg Enver Pashá

El genocidio se llevó a cabo por causas polí­ticas. A partir del siglo XIX las aspiraciones del pueblo armenio habí­an dejado de ser un asunto interno para transformarse en materia de la diplomacia internacional. Las luchas por su liberación nacional fueron un instrumento de la diplomacia de las grandes Potencias, las que se presentaron como protectores de los intereses armenios en varias oportunidades y de ese modo asumieron injerencia en los asuntos de Turquí­a. Se titulaban protectoras pero no les interesaba y hasta no les convení­a la liberación de los armenios ni su deseo de restaurar un Estado independiente. En esa época les era suficiente utilizar como consigna “un programa de reformas y mejoras”.
Sin embargo, la Cuestión Armenia no era un pretexto indispensable para su intervención en Turquí­a; no fueron los armenios ni los griegos ni los árabes quienes nutrieron la polí­tica de presión y de aprovechamiento económico desarrollada por Alemania, Rusia, Gran Bretaña y Francia. Tampoco fue por causa de los armenios que Turquí­a oprimió y sometió a tantos pueblos, ni fue por los armenios que las Potencias quisieron establecer su influencia en Oriente. No fue por causa de los armenios que Turquí­a ingresó en la Primera Guerra Mundial. Turquí­a no fue derrotada por causa de los armenios. Fueron los aliados y no los armenios los que planificaron la atomización del imperio otomano. En los planes de las Potencias no se reconocen derechos a los armenios, ni se habla de Armenia autónoma y ni siquiera se menciona a Armenia.
En cambio los gobernantes de Turquí­a tení­an profundas motivaciones vinculadas con la solución de la Cuestión Armenia. Así­ como ésta fue un pretexto para que las Potencias intervinieran en los asuntos de Turquí­a, también para los integrantes del gobierno turco esa Cuestión se convirtió en estandarte inmejorable para acusar a los armenios de provocar esa intervención. Si la Guerra Santa, como vimos, no dio resultado efectivo en las comunidades musulmanas del exterior, tení­a otra importante función que cumplir en lo interno, con respecto al exterminio total de esa nacionalidad.
No sólo los armenios fueron ví­ctimas de la tiraní­a turca; otros pueblos ya se habí­an liberado de su yugo. Grecia y los pueblos balcánicos fueron ejemplos de lo que podrí­an hacer los que aún estaban dominados; el gobierno turco sabí­a que tarde o temprano los armenios liberarí­an su cerviz siguiendo aquel ejemplo; por eso decidió aprovechar de las circunstancias bélicas y retomar el plan cuya ejecución habí­a comenzado con eliminaciones masivas pero parciales, para dar un corte definitivo y total al problema, aplicando una polí­tica de exterminio sin excepciones. Adoptó la polí­tica de aniquilamiento contra los armenios con el convencimiento de que permanecerí­a impune; pretendió que de un solo golpe desaparecerí­an no sólo los armenios sino también la Cuestión Armenia. Ese era el aspecto exterior; lo sustancial era que Armenia, sin armenios, convertida en tierra abandonada por sus dueños, serí­a poblada con musulmanes exhibida ante el mundo como prueba de que esos territorios son turcos. Dicho de otro modo, que no habiendo tolerado durante siglos a los armenios de Armenia, Turquí­a quiso establecer una Armenia sin armenios. O, lo que es lo mismo, borrar a Armenia del mapa. Su polí­tica estaba dirigida contra el derecho de autodeterminación de los pueblos, contra el derecho de los pueblos de existir como tales. Fue una polí­tica fundamental, oficializada, normativizada. El Estado de Turquí­a es el responsable y esa responsabilidad está documentada en la circular firmada por Talaat, Enver y Nazim que ya vimos en este capí­tulo. El gobierno que decidió el exterminio habí­a sido reconocido por los gobiernos de los demás paí­ses del mundo como gobierno legí­timo de Turquí­a. Los actos fueron planificados por el más alto nivel de gobierno y ordenados a los funcionarios inferiores –civiles y militares- quienes lo ejecutaron. No fue obra de un régimen, ni de un Partido, ni de un grupo clandestino. Fue una decisión decretada y realizada por el gobierno en ejercicio legí­timo del poder, es decir, por el Estado turco. Fue el Estado turco contra el pueblo armenio. El Estado turco en forma oficial asumió la responsabilidad del genocidio: cuidó los detalles para involucrar los actos dentro de la definición “asunto interno de Turquí­a”. El genocidio no debí­a aparecer como si fuera una consecuencia de la debilidad o de la desorganización gubernamental del paí­s sino todo lo contrario; el gobierno no permitió que se transfiriera la responsabilidad de los actos a las autoridades locales sino que retuvo para sí­ esa responsabilidad. Enver, ministro de Guerra expresó a Morgenthau, embajador de los Estados Unidos en Constantinopla: “Usted se equivoca en gran forma al suponer que las autoridades locales tienen culpa en la deportación de los armenios; nosotros somos los exclusivos dueños de este paí­s. No tengo el menor propósito de transferir la culpa a nuestros subordinados y estoy preparado para asumir esa responsabilidad acerca de todo cuanto ha ocurrido. El gabinete decretó la deportación. Estoy convencido de que estamos perfectamente justificados para hacerlo, teniendo en cuenta la actitud inamistosa de los armenios contra el gobierno otomano. Además, los legí­timos gobernantes de Turquí­a somos nosotros y ningún subordinado puede atreverse a formular esa clase de planteos sin nuestra autorización”.
El 3 de agosto de 1915, Morgenthau informó:
“Talaat me dijo que el Partido Unión y Progreso ha considerado cuidadosamente el tema en todos sus detalles y que la polí­tica que se estaba desarrollando era la que ellos habí­an adoptado oficialmente. Dijo que no debí­a creer que las deportaciones fueron decididas precipitadamente; en realidad eran el resultado de una prolongada y cuidadosa deliberación”.
Fue la orden del gobierno, los decretos emanados del poder ejecutivo y las firmas de Talaat y de Enver las que notificaron la decisión de destruir. Es el Estado turco el responsable. Es el Estado turco el autor del genocidio. La operación del Genocidio turco, es decir, el aniquilamiento fí­sico colectivo de los armenios se llevó a cabo con uniformidad, con eficiencia, con tal sentido cabal, total y perfeccionista que evidencia su planificación previa.

Fuente:Edición Especial 90° Aniversario del Genocidio Armenio