Preocupación por las condiciones de apertura de la Iglesia de Aghtamar

La Santa Sede de Etchmiadzin y la Gran Casa de Cilicia se negaron a participar de dicho evento, considerándolo una descarada farsa polí­tica del Gobierno Turco.
Como así­ también, miles de armenios que habí­an planeado peregrinar desistieron ante la negativa de las autoridades turcas de poner una cruz sobre la cúpula. A su vez, percibí­an la misa como una mera maniobra propagandista turca, ya que fue presentada por el Gobierno como un signo de la creciente tolerancia religiosa en este paí­s de mayorí­a musulmana que aspira entrar a la UE.
La UE lleva años exigiéndole a Ankara una mayor libertad religiosa como requisito para su adhesión, además de la devolución de las tierras confiscadas por el Estado y una mayor tolerancia para las minorí­as religiosas.
Está muy lejos de ser una actitud tolerante que el gobierno turco, luego de años de confiscar y destruir miles de iglesias, recupere un sitio espiritual y realice por uno sola vez una ceremonia religiosa, para que luego funcione como museo.

El Director del Consejo Nacional Armenio de Buenos Aires destacó “Con que preocupante facilidad confunden los observadores del mundo las acciones de tolerancia con medidas propagandistas y ficticias. En este aspecto Turquí­a incursiona hace décadas y este nuevo paso es uno más de los tantos dados en su polí­tica”. Y agregó “resulta obscenamente tendencioso como se intenta distraer a la opinión pública, cuando en realidad existió y existe un plan sistemático de destrucción del patrimonio cultural armenio, que junto a la negación del crimen de genocidio cometido en 1915 siguen violando los derechos humanos del pueblo armenio.”