El Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía emitió un comunicado donde califica de “absolutamente inaceptables” las palabras del Papa Francisco acerca de que el genocidio contra los armenios fue el primero del siglo XX. En el mismo, exhorta a la Santa Sede a revisar su posición, que incitaría a la guerra entre los pueblos en lugar de promover la paz, o a asumir las graves consecuencias que podrían derivarse en las relaciones entre Ankara y el Vaticano .
La página web de dicho ministerio exhibe en un lugar destacado la máxima de Mustafá Kemal Ataturk “Paz en el hogar, paz en el mundo”. Esta frase, pronunciada a pocos años del genocidio contra los armenios, resultaba cínica. En estos días, donde de ningún modo en Turquía es posible hablar de una paz doméstica, es difícil imaginar con qué autoridad intenta el Gobierno turco inculpar a Franciso I de estar fomentando escenarios de confrontación. El Estado turco, que censura desde su cuestionado Código Penal sin distinción a todos aquellos que se pronuncian sobre el genocidio contra los armenios, pretende convencer a la comunidad internacional de que el Papa actuó bajo la influencia de la visión unilateral armenia, a la que habría estado expuesto cuando era Arzobispo de Buenos Aires»
Desde el Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, creemos que es indispensable en esta ocasión acercar a la sociedad las propias palabras del Estado turco, de las que evidentemente nos situamos en las antípodas, pero que contribuyen a clarificar cuál es la visión que se intenta imponer, no sólo a sus propios ciudadanos, sino también a todos aquellos que en cualquier parte entienden que el camino hacia la paz entre naciones es la memoria, la verdad y la justicia y no la negación y la censura.
Traducción: Diario ARMENIA
Comunicado n° 163, 8 de Junio de 2013 (Ministerio de Asuntos Exteriores de Turquía)
Se entendió que el líder espiritual del mundo católico, el Papa Francisco, durante una audiencia el 3 de junio de 2013 con una delegación de la Iglesia Católica Armenia residente en el Líbano, expresó opiniones que reflejan la visión unilateral de Armenia en relación con los acontecimientos de 1915.
Se sabe que el Papa, antes de ser elegido para su cargo actual, mientras era Arzobispo de Buenos Aires, hizo declaraciones en apoyo a las visiones de los armenios que interpretan la historia desde su propia perspectiva.
Los últimos años del Imperio Otomano fueron un periodo trágico para las personas que conformaban el Imperio. Turcos, armenios y muchos otros sufrieron enormemente. Este período debe ser entendido en su totalidad y el recuerdo de tantas vidas perdidas tiene que ser debidamente respetado. Este ejercicio requiere de una base fiable. De hecho, para este fin, Turquía propuso la creación de una comisión mixta integrada por historiadores turcos y armenios para estudiar los acontecimientos de 1915, con los archivos de Turquía y Armenia y el resto de los archivos pertinentes de terceros países, para compartir sus hallazgos con el público internacional.
El punto de vista de la historia de Armenia, sin embargo, selecciona el sufrimiento armenio, distorsiona de varias maneras e intenta presentarlo como un genocidio – un delito tipificado en el derecho internacional – perpetrado por los turcos contra los armenios.
Si bien desde el punto de vista legal, ningún tribunal internacional competente ha tomado los acontecimientos de 1915 y al mismo tiempo existen claramente diferentes opiniones entre los estudiosos, terceros en autoridad no deben explotar la historia con razones políticas emitiendo juicios unilaterales.
Lo que se espera de la oficina del Papa, bajo la responsabilidad de la autoridad espiritual de la que fue dotado, es contribuir a la paz mundial en lugar de promover la enemistad por los acontecimientos históricos.
El Nuncio Apostólico en Ankara fue invitado al Ministerio de Asuntos Exteriores el 7 de junio de 2013, a quien se le transmitió que las expresiones del Papa Francisco eran absolutamente inaceptables, junto con nuestros puntos de vista y sensibilidades con respecto a las acusaciones de genocidio, y se hizo hincapié en que la Santa Sede debe abstenerse de tomar medidas que puedan causar daño a nuestras relaciones bilaterales que pueden ser difíciles de reparar.