El Consejo Nacional Armenio considera acertada la posición del ex canciller Jorge Taiana sobre el conflicto de las Islas Malvinas y la inconsistencia del pedido inglés de aplicación del principio de autodeterminación de los pueblos en el caso.
En una nota titulada «La isla de los intelectuales» publicada en el diario Miradas al Sur el pasado domingo 26 de febrero, el Dr. Taiana expresa de manera clara y contundente que la figura del derecho de autodeterminación no es aplicable en el caso de las Islas Malvinas, ya que dicha población no es autóctona, sino que está constituida por colonos implantados a fin de suplantar a la población argentina expulsada en 1833 por el Imperio inglés. Y concluye «Es decir, no hay un pueblo colonizado, sino lo que hay es colonos. Tan colonos son que recién después de la guerra, en 1983, la ley británica reconoció la plena ciudadanía a los isleños. Por tal motivo, no corresponde aplicar el principio de la autodeterminación.»
En este sentido, y ante el improcedente intento de comparación, destacamos la sustancial diferencia entre el caso en cuestión y el conflicto de Nagorno Karabagh. La población de la República de Nagorno Karabagh, cuyo número de habitantes es cercano a los 140 000, está conformado por un 95 % de armenios que ancestralmente habitan esas tierras. Sin embargo, el 5 de julio de 1921, por una arbitraria decisión de José Stalin en su función de jefe del PC del Cáucaso, Karabagh se convirtió en una «región autónoma»Â bajo la administración del Azerbaiyán soviético, separándola de Armenia. Luego de 70 años de reclamos de reunificación karabaghíes, el 2 de septiembre de 1991, Nagorno Karabagh declara su independencia acorde a los pasos previstos por la vigente Constitución de la URSS y todos los principios aplicables del derecho internacional, tal como lo hicieron otras quince ex Repúblicas Soviéticas. Karabagh nunca fue parte de la República de Azerbaiján, el único período bajo administración azerí fue en la etapa soviética. La integridad territorial reclamada por Azerbaiján no existe como tal.
En conclusión, en estos dos casos la naturaleza de los conflictos son diferentes, por ende imposible de encontrar similitudes entre sí.