El 2 de septiembre de 1991 la Región (Oblast) Autónoma de Nagorno Karabaj y el distrito de Shahumian emitieron una declaración conjunta donde proclamaban la creación de la República de Nagorno Karabaj. Este procedimiento no constituyó un hecho singular, sino que debe equipararse a lo realizado por otras 15 ex repúblicas soviéticas. Esta proclama fue realizada en concordancia con las leyes vigentes y ajustada a todos los principios aplicables del derecho internacional. Siguiendo las normas, convocaría el 10 de diciembre de ese año se celebró un referendum sobre su independencia, con presencia de observadores internacionales, donde la opción por la soberanía fue abrumadora, y el 28 de diciembre tuvieron lugar las primeras elecciones, con cuyo resultado se formaría el Parlamento que adoptaría el 6 de enero de 1992 su Declaración de Independencia basándose en los resultados del referendum.
Nagorno Karabaj estuvo atravesada por el conflicto desde las vejaciones a población de origen armenia en el Azerbaiyán soviético en 1988 y en una confrontación abierta para defender su autonomía desde los ataques azerbaiyanos de principios de 1991 hasta el alto el fuego de 1994, medida que Azerbaiyán se encargó de violar sistemáticamente, desoyendo al Grupo de Minsk. A pesar de esto, progresivamente, Nagorno Karabaj fue consolidando los poderes del Estado. En 1994 el mencionado Parlamento instituyó el cargo de Presidente de la República, y de allí surgió la presidencia pro tempore de Robert Kocharian, quien dos años después sería refrendado por el voto popular. En ambas ocasiones, participaron veedores internacionales, como lo harían en las sucesivas elecciones. Prueba de ello es la comitiva de más de un centenar de personas de todo el mundo que participó como observadora en las elecciones de 2012, entre quienes se encontraba el reconocido politólogo y periodista argentino Fabián Bosoer.
Desde los inicios de 1988, y con mayor intensidad desde el cese al fuego, Nagorno Karabaj ha cumplido con lo que dicta el artículo 1° de la Convención de Montevideo sobre los Derechos y Obligaciones de los Estados, el 26 de diciembre de 1933. Esta normativa estipula que un Estado independiente debe contar con una población permanente, un territorio definido, un gobierno y capacidad para celebrar relaciones con otros Estados. La República de Azerbaiyán, a pesar de sus amenazas y sanciones a quienes viajan a Nagorno Karabaj y sus intentos de presentar a la República como un mero teatro de operaciones de Armenia, tropieza cada vez más con un Estado cuyas instituciones funcionan y que a pesar de su bloqueo enfrenta sus propios desafíos desde posiciones soberanas.
Al mismo tiempo, paulatinamente, en diferentes ámbitos de otros Estados gana reconocimiento la República de Nagorno Karabaj. En Estados Unidos, la cámara de Rhode Island, la de Massachusetts, el estado de Maine, el de Luisiana, en el condado de Fresno y recientemente en el propio estado de California (donde viven refugiados de las pogromos azerbaiyanos de 1988) han instado al Presidente y al Congreso a reconocer a la República de Nagorno Karabaj. De igual modo se expresó en Australia el Consejo de la Legislatura de Nueva Gales del Sur. A su vez, los seimas (parlamentarios unicamerales) de Lituania y diversos parlamentarios franceses han definido conformar grupos parlamentarios de amistad con sus pares de Karabaj. Sin embargo, la apuesta de Azerbaiyán a la retórica belicista y a las aventuras militaristas, extienden la situación de conflicto y afectan al desarrollo de su política exterior.
A 23 años de la declaración de independencia, desde el CNA entendemos que la consolidación de la República de Nagorno Karabaj es un proceso irrefutable, en la medida en que a pesar de todas las dificultades ha logrado establecer no solamente mecanismos institucionales desde lo formal, sino que ha sabido comprender el rol que la voluntad popular puede tener en la construcción de un Estado. Todo aporte desde otras naciones a su reconocimiento pleno es una contribución a la paz en la región y a garantizar la seguridad de su población. Esto sólo será posible en la medida que Azerbaiyán abandone sus pretenciones de “recuperar” algo que nunca ha perdido, porque nunca le perteneció. El pueblo de la República de Nagorno Karabaj defiende y construye cotidianamente su propio destino.