El genocidio silencioso – Por Roberto Cossa publicado en PAGINA 12

Por aquellos tiempos no existí­a la televisión y mucho menos la Internet. Ni siquiera las teletipos. El mundo viví­a aislado y la noticia pasó prácticamente inadvertida en la prensa de Occidente.Nadie sospechaba que con los hechos de Tabriz se iniciaba, aquel 24 de abril de 1915, una de las más crueles matanzas que registra la historia de la humanidad y la primera ocurrida en el siglo XX: el exterminio, entre los años 1915 y 1923, de 1.500.000 armenios, incluyendo ancianos y niños desprotegidos.

La historia de la humanidad registra innumerables casos de matanzas de seres humanos ocurridos en guerras, en violencias de origen étnico o religioso, en odios raciales o en luchas por el poder. En definitiva, la historia del hombre desde sus orí­genes es una sumatoria de actos de crueldad.

Pero el caso armenio es, más allá del horror que produce la muerte de un millón y medio de seres humanos, un hecho que –a casi nueve décadas de ocurrido– despierta muchos interrogantes.

¿Por qué motivo el genocidio armenio es ignorado por la comunidad internacional? ¿Por qué no se recuerda tamaña monstruosidad con la misma fuerza como se rememora, por ejemplo, la Shoa?

El genocidio armenio no pertenece a la historia de nuestros antepasados remotos. Ocurrió en nuestro tiempo. Es nuestro contemporáneo. Algún sobreviviente queda de la tragedia y, desde ya, hijos y nietos de las ví­ctimas. Aunque parezca mentira, recién en 1985 una comisión de las Naciones Unidas aceptó calificar el caso armenio como el de un genocidio. El Parlamento francés fue el primer organismo representante de un paí­s europeo importante que reconoció la existencia del «genocidio armenio» y lo aprobó ¡el 18 de enero de 2001! Pero el gobierno francés relativizó el pronunciamiento de sus diputados y llamó a la «prudencia». La cautela del Ejecutivo ante la sanción del Parlamento tiene una explicación: Ankara amenazó con interrumpir el comercio con Parí­s que sumaba 2.700 millones de dólares por año.

Quizás en los lazos económicos y de intereses comerciales que unen a Turquí­a con los paí­ses del Primer Mundo se explique el porqué del ocultamiento de la tragedia armenia. Turquí­a nunca reconoció la matanza y ejerció toda su influencia cada vez que el tema fue tratado en los foros internacionales. Y lo que la comunidad internacional le reclama a Turquí­a es que admita que hubo un genocidio y que asuma su responsabilidad. El Tribunal Permanente de los Pueblos, reunido en Parí­s en abril de 1984, aprobó una resolución que expresaba que «el genocidio de los armenios es un crimen internacional del cual el Estado turco debe asumir su responsabilidad».

Tal como decí­a en un artí­culo publicado en 1995 el historiador argentino Emilio J. Corbií¨re «los gobernantes turcos proceden como Videla, Viola y Massera. Para ellos los asesinatos no fueron tales. Desaparecieron y no existieron».

El genocidio armenio existió y se sabe quiénes fueron los responsables. Pero los responsables no lo reconocen y mucho menos se muestran dispuestos a pedir perdón.

El victimario no admite, ni siquiera, haber cometido el crimen, es más, cree que fue un acto justificado por la historia.

De eso algo sabemos los argentinos.

Fuente : Edición Especial Diario Armenia 90º Aniversario del Genocidio Armenio